Las vacaciones en la selva no tienen por qué ser duras

Desplazarse hacia abajo

Antes incluso de llegar, ya se percibe. Hay algo especial en este lugar selvático. Si llega en avión, al descender sobre vastas pistas de bosques y cursos de agua ininterrumpidos, sentirá un zumbido de electricidad. Se dirige hacia algo increíblemente indescriptible.

Le recibe en el aeropuerto un empleado uniformado que carga su equipaje en un vehículo todoterreno ya refrigerado y en buen estado. El conductor entabla una conversación inicial y se entera de lo que le ha traído a esta remota parte del mundo. A medida que el viaje se aleja más y más de la ciudad, es probable que se le muestren algunas de esas mismas cosas: monos, loros, aves rapaces y mucho más. ¿Quiere verlo más de cerca? Detengámonos un momento. Saque los prismáticos. Observa el comportamiento de la fauna. No hay necesidad de precipitarse. Para esto has venido.

Al llegar, enseguida le recibe un personal dispuesto a ayudarle. Al principio no tiene que preocuparse de nada, sólo de disfrutar del entorno. Los sentidos se despiertan con los sonidos y las imágenes, tanto salvajes como deliberados. Caminos de piedra, paredes de listones de madera, estuco blanco, jardines verdes rebosantes de colores. Siéntese. Relájese. Hay mucho que impartir. Una biblioteca llena de libros de consulta.

¿Tienes sed? ¿Tienes hambre? Ocupémonos de eso. Has estado viajando todo el día. ¿Te apetece una mezcla de frutas tropicales frescas? ¿Qué tal un plato de frutas frescas? ¿Tiene alguna sensibilidad alimentaria que no nos haya dicho ya? No es necesario que nos lo diga dos veces. Durante toda su estancia, el chef y el equipo del restaurante observarán sus sensibilidades. Observará el magnífico comedor, flotando en la selva tropical, efectivamente en plien air con sus altos techos y barandillas que apenas separan a los huéspedes de la línea de copas de los árboles.

Una vez reponga fuerzas, le espera su alojamiento. Un atento miembro del personal le guiará hasta allí, señalándole pequeños detalles por el camino: un pájaro por aquí, una flor por allá. Le mostrarán las características especiales de la habitación, le informarán de las actividades, le reservarán su primera cena.
Absorberá los detalles de su habitación: la suntuosa madera del suelo al techo con paredes que se abren a la selva tropical exterior. En lugar de cristal, las ventanas son aberturas cubiertas de malla que permiten que la brisa del bosque fluya a través del diseño del espacio abierto. En esta habitación no hay reloj. No es necesario, ya que se está en la hora de la jungla y el ritmo de la selva se hace evidente rápidamente.

Al anochecer, la selva nos llama. Los cielos reverberan con el alborotado sonido de los guacamayos rojos llamándose unos a otros desde el otro lado del cañón, con los tucanes instando a otros a unirse a ellos, con los monos balanceándose por las ramas de los árboles en busca de comida. Te sientas fuera y disfrutas de la magnificencia.
Llega la hora de comer y te diriges al restaurante. El menú ofrece abundantes opciones, todas ellas deliciosas, lo que dificulta la selección. La cocina local ocupa un lugar destacado, pero también otras opciones omnívoras. Los atentos camareros -siempre presentes, pero nunca agobiantes- toman y sirven su pedido de comida y bebida, rellenan los vasos de agua sin que se lo pida y le permiten disfrutar de su comida al ritmo que le resulte más cómodo.

Le esperan las actividades de su estancia, que deben planificarse y confirmarse. Se discuten los detalles más sutiles, importantes para que su experiencia sea lo más personalizada posible. También los horarios y la coordinación. Para algunas actividades, dispondrá de guías privados muy experimentados; para otras, formará parte de pequeños grupos guiados; y otras las realizará por su cuenta. Aprenderá sobre las mareas y las pozas mareales. Paseos, caminatas, escaladas, vistas y vida salvaje para ver tanto de día como de noche. El agua, el bosque, el cielo y la tierra le esperan, y cada día contará con personal y guías expertos que se asegurarán de que su experiencia esté a la altura de sus expectativas. Ya está en camino para descubrir la selva tropical, y no puede esperar a explorar más por la mañana y cada día que sigue.
Al llegar de vuelta a su habitación, las luces se atenúan para mantener los cielos oscuros tan prístinos como sea posible. Vuelva al exterior para observar las estrellas. Escuche el rugido del océano al chocar contra las olas. Respire hondo y disfrute de la frescura del aire, húmedo e impoluto, diferente de todo lo que respira en casa.

Date una ducha purificadora antes de irte a dormir. Mientras el agua fresca y vigorizante -o la caricia del agua caliente, si lo prefieres- fluye libremente. Te sientes completamente renovado.
Al caer en tu alta y afelpada cama, de repente te das cuenta de que no has mirado el móvil ni una sola vez... y no lo has echado de menos en absoluto. Te regocijas al darte cuenta y despiertas el teléfono para poner el despertador. Mañana te espera un día ajetreado.
No querrás perderte nada.

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